Haciendo Flow en un templo de Angkor, Camboya al amanecer
Les voy a relatar a continuación cómo en 90 días logré que tres personas de diferentes edades y estados físicos lograran hacer figuras complejas de Tacfit, a partir del estudio de su cerebro y cómo poner a trabajar la mente al servicio del cuerpo.
Hace dos meses fui a Colombia para dar una serie de conferencias y seminarios sobre neurociencia aplicada a la vida diaria y desarrollo de la consciencia, dos temas que tratamos en los entenamientos en Escuela de Mentores.
Durante mi estadía en Bogotá y Barranquilla procuré mantener el entrenamiento que venía haciendo en los últimos dos años. Mi entrenamiento es C.S.T (Circular Strength Training) más conocido como Tacfit.
Para quienes no conocen este sistema de entrenamiento, que en poco tiempo se ha convertido en parte de mi filosofía de vida junto al desarrollo de la consciencia, Tacfit es un método de body training creado por Scott Sonnon en USA y en Europa su representante es Alberto Gallazzi. Ambos proponen una serie de ejercicios donde se prepara el cuerpo con ejercicios eficientes y eficaces procurando un trabajo sin lesiones a una intensidad “casi” militar.
Al no haber ningún Box de Tacfit cerca de casa, decidí ir al parque todos los días a las 5:00 am y hacer mi propia rutina con ejercicios de Intu.Flow, Tacfit y Prasara Yoga previamente aprendidos con mis entrenadores Samuel Torres y Victor Tellez en Madrid.
Cada vez que hacia mi rutina, aparecían personas curiosas que me llenaban de preguntas sobre lo que hacía. Dentro de esos curiosos se sumaron tres familiares (Najem 14 años, Melisa 20 años, Miguel 26 años) que decidieron unirse a mi rutina. Mi percepción era que a los dos días iban a dejar de acompañarme por la fuerza de voluntad que esto requiere, pero para sorpresa mía no fue así. Entonces, aproveché para hacer un pequeño experimento y aplicar mis conocimientos de neurociencia, de consciencia y de Tacfit a mis “seguidores”. Al tener actividades diferentes cada uno, decidimos pasar el entrenamiento para el final del día 8:00 pm.
Aquí es donde comienza lo interesante.
La motivación de mis primos era aprender a hacer las figuras complejas que alguna vez publiqué en las redes sociales cuando estuve en Vietnam. Pero jamás pensaron que iban a entrar en un estudio sobre su propio cerebro y cómo éste puede ayudar a incrementar el rendimiento del cuerpo en las sesiones de entrenamiento físico.
Najem, Melisa y Miguel son de contextura corporal completamente diferentes y ese era mi mayor reto al yo ser un practicante y no un instructor (por falta de tiempo y de compromisos laborales aún no he podido certificarme en Flowfit). El acompañar de la mejor manera a mis primos y tratar de equilibrar su trabajo corporal y mental para que cada uno lograra estar acorde a su edad y limitaciones físicas iniciales era algo que solo lo había puesto en practica conmigo mismo.
Cada vez que explicaba una técnica (push plank, tripod, facing dog, spinal rock) les decía cual era el objetivo, que partes del cuerpo estaban implicadas, las limitaciones que se iban a trabajar y sobretodo, como iba el cerebro a reaccionar antes, durante y después de cada ejercicio.
El primer día todos estaban muy motivados, sus niveles de Dopamina y Acetilcolina (neurotransmisores presentes en procesos de aprendizaje) eran altos por la curiosidad y las ganas de aprender algo nuevo, diferente, pero por encima de eso, tenían la ilusión de que se iban a convertir en los “únicos” que en la ciudad estaban entrenando Tacfit.
A tener en cuenta.
Cosas durante y al final de cada sesión de entrenamiento:
- Nivel de consciencia
- Motivación
- Concentración
- Aprendizaje
- Clases de neurotransmisores presentes en cada entrenamiento
- Estado mental de cada uno y sus emociones.
Llevo 10 años formándome en el Desarrollo de la Consciencia, 6 años en neurociencia y dos en Tacfit. Puedo afirmar que tengo herramientas para entender cómo funciona mi mente en un entrenamiento físico, cuales son mis limitantes y cómo puedo desarrollar mi voluntad para mantener la automotivación. Eso era exactamente lo que quería enseñar a mis primos en esos 90 días.
Cambios desde la primera sesión.
Al día siguiente la motivación del equipo había subido (dopamina) y a pesar de las agujetas que tenían en todo el cuerpo Miguel había verificado, con su “smart watch”, que el entrenamiento del día anterior había supuesto una quema de calorías casi superior a la que él experimentaba diariamente en su entrenamiento en el gimnasio con rutinas de cardio y peso libre.
Se me dibujó una sonrisa al escuchar ese testimonio porque la teoría que les había explicado a los tres, a Miguel, se le había convertido en una verdad.
El entrenamiento consistia en:
- Correr durante 10 minutos (cardio)
- Ejercicios de Tacfit y bodywaight – 20 minutos
- Ejercicios de FlowFit, Prasara Yoga y Animal Flow – 20 minutos
- 10 minutos de relajación, mediación, respiración y agradecimientos.
Rutina de entrenamiento.
En la primera parte (cardio) el cerebro suelta toda la información que tiene acumulada durante el día: pensamientos laborales, tensión muscular por malas posturas, sentimientos y emociones contenidas. El neurotransmisor Norpinefrina comienza a trabajar tras el inicio del ejercicio físico preparando el cerebro a focalizar la nueva información. Ya con esto adelantado podía pedirles concentración para la técnica de Tacfit y centrar toda la atención tanto mental como emocional a la rutina de ese día.
Luego pasábamos a la zona infantil donde nuestro “tatami” para niños de 0 a 10 años nos esperaba. Allí el cerebro del equipo estaba a plena concentración y con suficiente expectativa para poner en practica el control muscular y mental que requiere el flow, el yoga y el animal flow.
Entrar en una zona infantil era un ejercicio subliminal de reconexión con nuestro niño. Najem quien era el menor del grupo (14 años) ya había desconectado parte de su fuerza interna al estar en plena adolescencia. Tanto para Najem como para todos, el desaprendizaje era un objetivo diario a conseguir. La programación y reprogramación mental debía incidir directamente en las articulaciones, en los músculos y en las posturas corporales.
Cada ejercicio llevaba consigo un recordatorio de qué zonas del cerebro estábamos usando en ese momento y cómo hacer para que nuestros limitantes y miedos desaparecieran poco a poco durante la sesión. Cerebelo, sistema límbico, lóbulo prefrontal, amigdala, hipocampo, neurotransmisores, tálamo…y muchos otros conceptos se explicaban una y otra vez para llegar a procesos de comprensión de la realidad, comprensión de las emociones y comprensión de cómo trabaja nuestro cuerpo.
Si los entrenadores de C.S.T a nivel mundial supieran el alcance que tiene saber nociones básicas de neurociencia, se convertirían en el testimonio vivo de la expresión del latín clásico “Mens sana in corpore sano”.
Fin del entrenamiento.
Al pasar las últimas semanas dos nuevas integrantes habían visitado el Tatami de Tacfit Barranquilla: Norma y Kely. Ambas habían experimentado unas cuantas rutinas y comprobado la ganancia de rango articular, fondo y resistencia muscular tras su primera sesión. Lo bueno que tiene el Tacfit es que da igual cuando te incorporas al entrenamiento, porque siempre hay un ejercicio adaptado a tu capacidad física. (progresiones o regresiones). Así es como funciona el cerebro, con la neuroplasticidad.
Con el pasar del tiempo la Oxitocina se había hecho más presente en cada entrenamiento. La emoción y el cariño por una nueva forma de entrenamiento, hasta hace un mes desconocida para ellos, formaba parte de sus células. Un sentimiento se fortalecía entre nosotros por los efectos del neurotransmisor del amor.
Najem, Melisa y Miguel habían logrado parte de su propósito; Sirshasana Pose o Parada de Cabeza la cual era su motivación inicial, pero cada uno logró conocerse a si mismo mental y corporalmente.
Conclusiones.
Melisa se dio cuenta que tenía facilidad para el animal flow y rutinas de Flowfit. Sus brazos se fortalecieron sin necesidad de pesas, solo trabajó con su propio peso.
Miguel comprobó que el exceso de ejercicio no siempre es la mejor opción para quemar calorías ni moldear los músculos. Todo se basa en una buena técnica, control y respiración.
Najem aprendió que con constancia y voluntad puede alcanzar todo lo que se proponga, pero con respeto y prudencia. El querer ser mejor no puede nublar los objetivos. Hay que disfrutar del proceso, no obsesionarse con la meta.
Todos aprendieron que el comprender el funcionamiento de nuestro cerebro, el gestionar nuestras emociones y ampliar nuestra consciencia es esencial e imperativo para poder luego controlar y desarrollar el cuerpo.
Gracias equipo por esta oportunidad de verificar en primera persona que la neurociencia y el entrenamiento físico son completamente compatibles y que el agradecimiento diario es una de las más potentes herramientas para el desarrollo de la consciencia.
¡Seguimos entrenando!